Te miro al espejo y te reconozco: la mente del Predador.
Y ese que se mira al espejo y se reconoce también eres tú: la mente del Predador.
La octava capa de la cebolla.
Y me doy cuenta de que te he reconocido y he descubierto uno de los misterios claves de la vida: la mente del Predador; la novena capa de la cebolla.
Me doy cuenta de todo: ¡Qué tipo de teatro es este!: la mente del Predador; la décima capa de la cebolla.
Vergüenza me da ya mirarme al espejo.
Once capas de la cebolla y ese demonio sigue estando ahí, no puedo librarme de él.
Un zumbido de abeja nace en mis oídos y entre mis sienes y sigue estando ahí.
Doce capas de la cebolla y estamos llegando al núcleo.
Y ese que cree llegar al núcleo también es él.
Llego al núcleo y es él.
El núcleo mismo es él.
Trece capas de la cebolla y allí está él.
Me miro al espejo una vez resuelto el juego y todavía no me encuentro, todavía no me reconozco, todavía lo veo a él.
No me veo, pero al menos he resuelto el juego: dice él.
Una broma de mal gusto y todavía es él.
Planto cebollas, crecen, las recojo, me las como y todavía es él.
¿Cuándo va a terminar esto?