Harto de sufrir hice una hoguera en el infierno que me alumbró.
Allí quemé mis trastos viejos junto con mi antigua identidad;
mis antiguas programaciones obsoletas de hombre antiguo ardían, refulgentes, en la llama de las llamas del averno.
Entonces yo vi la luz,
o más bien la recordé,
y en ese mismo instante supe que había sido yo mismo el que había bajado allí por mi propia voluntad.
También supe al momento que tenía la opción de salir si así lo decidía,
así que así lo decidí.
Yo hice un nuevo hombre con los restos de mis cenizas;
Nietzsche sabe de lo que hablo.
Todo lo viejo murió, se quemó en la llama de las llamas del abismo.
Y entonces volví a nacer.
Permítanme presentarme de nuevo.