Ella duerme,
Y la luz de los primeros rayos de sol entra por la ventana reflejando en sus cabellos el color del arcoíris.
Sus labios carnosos, entreabiertos, y su respiración lenta,
Parece calmada, así dormida, pero es puro fuego.
No dice nada, no hace nada, no se mueve,
Y aun así sigo sintiéndome pequeño a su lado,
Muy pequeño.
Y es que los hombres somos pequeños al lado de las diosas.