Guardado en las oscuras bodegas del norte,
Allí dónde las meigas guardan sus conjuros,
Donde los gatos negros pasean a sus anchas,
Entre la fría y oscura noche,
Entre telas de araña y azufre,
Se encuentra un tesoro.
Oculto a los ojos de los hombres,
Yace en barrica de roble,
Esperando a ser destapado,
Esperando que alguien lo encuentre
Y le devuelva la vida.
Paracelso está revolviéndose en su tumba,
Es inevitable,
Usarán sus fórmulas.
Aquellos libros se quemaron en Alejandría,
Pero queda un ejemplar,
Sobre la húmeda mesa,
Junto a un cráneo de Dodo
Y una pluma de Grifo manchada de tinta.
Alguien lo ha abierto,
Tiene un punto de libro en la página 33,
La edad de Jesucristo, el último escalón de las logias.
Allí se explica el arte de la
palingenesia
Y alguien ha visto el conjuro,
El último alquimista:
Preparaos para el destello.