EL MUNDO DETRÁS DEL ESPEJO

Un día el Ser bajará tus calzones y correrá la brisa helada del polvo de hadas por tus pelotas. El día menos pensado, en el momento que menos lo esperes. En el iris de tus ojos están las respuestas a todo lo que necesitas saber.

Solo necesitas un espejo. Puedes perderte en tus ojos: la madriguera perdiéndose en el conejo. Juego de los espejos en el laberinto de la vida, hay una puerta en algún lugar.

Miraba el espejo como miro al bosque cuando se mueve, como miro a las estrellas cuando parpadean, como cuando me pierdo en los ojos del gato. Mirada felina, visión de neonato, niño chico que aprende a ir en bicicleta y cruza la calle por primera vez.

¿Quién era el tipo del espejo? Un espejo no refleja exactamente lo que se es, la esencia no se refleja, sería como pensar que tú eres tu sombra. Aquellos ojos no eran míos. Ojo redondo en forma de espiral en sus profundidades, la concha de los caracoles que baja al sótano, secuencia de Fibonacci, escalera infinita y el sótano no llega nunca, te pierdes en el camino.

El tiempo se detiene y el entorno cambia, todo es silencio ahora, nada de lo que hay fuera tiene la más mínima importancia. El mundo es una ilusión.

Pozo sin fondo que conduce a la verdad. Rostro infame del ocultismo. Biblioteca prohibida abre sus puertas de nuevo, información privilegiada. Científicos viajando en bicicleta a la velocidad de la luz descubren nuevas fórmulas y astronautas puestos de barbitúricos salen de la nave por primera vez y descubren que el espacio es frío. Supervisores de centrales nucleares en depresión comen panchitos en su puesto de trabajo, llenan el panel de control de migajas. El botón rojo al alcance de la mano, fusión del núcleo.

Mariscadores furtivos y contrabandistas de tabaco cenan con policías para negociar horarios, juegan con el reloj; a veces el comisario hace trampas. Cierres de tratos en clubes rodeados de mujeres de todos los países, el mapamundi de lo impuro.

El cielo y el infierno son la misma cosa, es la mirada del que mira lo que los hace cambiar. Comedores de hombres con trajes caros cenan todos los domingos el menú especial: cerebro. Brindan con sangre de niño afgano. La vida tiene un precio, y a veces es muy barato.

Profanadores de tumbas buscan coronas y cetros, alguno realiza tocamientos obscenos a los difuntos; el resto del grupo lo mira con desprecio: —maldito enfermo—. Exreclusos violadores se libran de prisión, les dan una metralleta y los visten de camuflaje, dos muertes después a su gobierno le sale a cuenta. Pistoleros a sueldo con licencia para matar, descendientes de los vaqueros del salvaje oeste, mataindios defensores del muro, no pasarán a mi país a robar lo que no es mío.

Líderes de grupos terroristas negocian con reyes de países europeos la venta de armamento, buques cargados de misiles llegarán a Arabia, baja el precio del petróleo en Inglaterra por cada niño muerto en Siria, baja el precio del atún rojo, resulta que era amarillo. Barcos pesqueros en aguas internacionales con bandera de Senegal, todos los marineros blancos, el mar no es de nadie, no entiende de colores. Lanchas planeadoras de ocho motores los visitan en alta mar, jugando con el tiempo y con la meteorología. Esquive de bateas digno de los toreros de la ría, el toro clava los cuernos en la casa de los mejillones, solo queda el pájaro. Es más rápido el hombre en tierra y queda una grabación para el recuerdo. El pez sale del agua y se pierde en el monte convertido en camaleón, teoría de la evolución. Zulos y cuevas, guardianes de secretos desde tiempos inmemoriales, maletas de dobles fondos, huertos con fusiles enterrados debajo de las cebollas.

El primo del primo del alcalde queda en libertad, el primo de su primo ha pagado la fianza. Guardianes de faros guiando embarcaciones, lonjas silenciosas, puertas traseras y pesajes nocturnos. El comandante tiene un buen sueldo, Mercedes de alta gama y casa en la playa, sus chicos tienen Audis, BMW’s y áticos dúplex. Haz caso a tu madre, estudia oposiciones.

El pescado también da dinero, tanto como para financiar campañas electorales. Al partido de derechas le parece bien, y al de izquierdas también; el capitán sigue siendo igual de rico. El ancla detiene el barco y los tripulantes tropiezan, se rompen narices y huesos. El seguro cubre los daños: televisión de plasma, vis a vis con mulatas veinteañeras y para cenar langosta.

Cirugía robótica avanzada para brazos y piernas, extremidades de recambio, los ricos tienen tres. Campos de cultivo para el condicionamiento del cuerpo humano, inyecciones debilitadoras del sistema inmunológico, inhibidores de los sentidos.

Campos de enseñanza para el condicionamiento mental, asistencia obligatoria bajo pena de cárcel a los progenitores. Delito grave, espía ruso paramilitar puesto de anfetaminas que tiene armas cargadas en casa y planos del ministerio. Cazadores se juntan en el bar para beber vino y acuerdan matar al alcalde, el que había dado su palabra se suicida por no quedar mal con sus amigos, el alcalde no se llegó a enterar.

Exministros nazis recolocados en gobiernos de América del Sur dictan leyes contra la inmigración y agentes de la CIA raptan jovencitas por encargo para rituales satánicos. Pisadores de uvas de la frontera francesa esperan impacientes la llegada del verano y camioneros búlgaros se duermen al volante cada madrugada. Positivo en alcohol, la mujer esperando en casa, y Lucy en el club, nunca volverían a verse.

Tenistas en minifalda jugando contra el jardinero se dejan ganar, el marido no está en casa, negocios. Segundo set en la ducha, punto de partido. El marido ha ido a una cena muy importante, y después a ver a Lucy, eso también era importante. Matrimonios infelices que duermen en camas separadas alargan lo inevitable, los niños. Niños que suspenden la educación primaria, futuros descubridores de la energía libre gratuita, genios. Futuros suicidios con tiro de escopeta. Ya no se molestan en disimular, en dos días se olvida: una noticia peor, miedo en el cuerpo. Miedo, que mueves el mundo.

Grupos terroristas entrenados por ejércitos de países primermundistas, drogas inhibidoras de la compasión y pasaporte francés; los medios de comunicación hacen el resto. En el tercer mundo están más arraigados a la tierra, yo soy tierra. Budas con brazos rotos observan impasibles el rostro del agresor.

—Perdónalos, padre, no saben lo que hacen —dijo Jesús en la cruz. Muerte y resurrección: el diente de león, el explotar de una estrella, volcán durmiente que estalla después de treinta siglos, la eclosión de un huevo de Tiranosaurio Rex, barcos de guerra que se deshunden y llegan a puerto, las mujeres aplauden a su llegada, los niños saltan de alegría, ciclo infinito de universos paralelos.

Desertores del ejército israelí trabajan en campos de refugiados y el polvo del desierto se pone contento. El Vaticano está cerrado por reformas, van a extraer la Capilla Sixtina y a llevarla a un museo. Mensaje oculto en la cúpula de Dios, glándula pineal activa, Miguel Ángel. Mano suelta poseída por los dioses, don de ángeles, salvador de los mortales, se la colaste a la iglesia.

Monedas de oro en cofres olvidados bajo tierra, el mapa del tesoro estaba al revés, playa llena de piscinas, los marineros acaban cometiendo canibalismo. Anfibios del desierto de Sonora portan en sus mochilas el santo grial, mecanismo de autodefensa.

El zorro echó a volar y llegó al espacio exterior; lo engulló una explosión de dos estrellas que se estaban fusionando para formar un agujero negro, nunca más se supo de él. Los indios fuman en pipa y suenan los tambores. La hoguera en el centro y los cánticos de los ancianos. Las estrellas dibujan en el cielo la cara de un zorro. El mensaje te sigue a todas partes, no lo busques, ya está en ti.

Madres cuarentonas desnudas amamantan a jabatos en medio de la selva. La jabalina no aparece, el niño mama después. Actores de Hollywood donan sus fortunas a proyectos humanitarios, desde dentro se aprende bien. El dinero no da la felicidad, las lágrimas en el yate caen al mar y el mar se pone triste; la gota que colma el vaso.

Millonarios se tiran de puentes y jóvenes promesas de la música mueren de sobredosis. Cuentas que no salen, algo no cuadra. ¿Y si son las fórmulas las que están mal? Científicos ciclistas y locos se lo plantean. ¿Y si partimos de otras bases? Base de pirámide que se eleva al cielo de punta. Cosechador de energía, propagador y multiplicador. Dinero ficticio, pueblo feliz. Nadie ha entrado nunca dentro, no se atreven, es peligroso. Secretos a voces, nos lo dice el viento. Estamos naciendo así, no hace falta entrar pudiendo entrar en ti.

Planes que se van de las manos, han quemado el ministerio, quieren sembrar un jardín. Han abierto un nuevo centro lúdico llamado moristerio, un lugar con butacas y un escenario donde la gente va a morirse. ¿Quién muere? El público aplaude ante tan majestuosa comedia. Irte a morir allí es gratis, prohibido suicidios. Un jardinero cojo español que trabaja a media jornada, un indio mexicano de piel curtida y una madre congoleña de cinco hijos proponen condiciones de mejora para la humanidad por telepatía a un miembro de la galaxia Andrómeda, este las concede y promete venir de visita pronto. Nadie los cree, porque no lo cuentan. Las plantas crecen hermosas, ha llegado la primavera. Las águilas rondan los poblados por donde reina la paz y en el Congo descubren nuevos pozos de agua potable, ya no hay que andar diez kilómetros para llenar los cubos. En las ciudades hay más energía que nunca, pero el estrés y las prisas la camuflan como siempre.

Campesinos son abducidos por naves y aparecen a los tres días con la misma ropa. Confusión extrema, shock postraumático y desubicación dentro del espacio. Difícil de asimilar para la mente, las abducciones hay que sentirlas. Lo cuentan y nadie les cree. Rechazo social y se echa a perder la cosecha. ¿Qué importan las acelgas? Ha llegado más lejos que Neil Armstrong, nada podría volver a ser igual. Neil llegó a Hollywood, o dondequiera que estuviese el plató y aquí todo sigue igual. ¿Cómo va a venir el representante de Andrómeda?

—Ahora no —dice siempre.

—¿Y cuándo? —le preguntan.

—No ahora —él responde.

Humanos piden desesperados una fecha en las ciudades, el jardinero cojo pide calma al pueblo:

—¿Cómo que ahora no?, ¿y entonces cuándo?

En Andrómeda pareciera ser que el tiempo no es lineal. En los poblados indios todos los días son fiesta, cantan y bailan junto al fuego. La mujer del Congo está embarazada del sexto y el marido va a sacrificar a una vaca para celebrarlo. Al jardinero le han dado una paliza y se plantea mudarse a México.

Carniceros con licencia para tratar carne humana compran buenas piezas en subastas dirigidas por directivos de multinacionales. Las piezas cuelgan de ganchos, accidente laboral. Médicos forenses firman actas de defunción sin ver los cuerpos y explotadores de minas de Mali presentan la declaración a final de año, sin incidentes. Gestores de manos largas y cara estirada, bolígrafos gastados. Tres chavales menores de catorce años bajo la arena que no volverán a casa. Coleccionistas de fragmentos de meteoritos son de día trabajadores del metal, metalurgia estatal. Fundiciones que abren de noche para preparar la faena del día siguiente, por la mañana al encender los hornos huele a pollo. ¿Dónde estará el inventor del coche que funciona con aire comprimido? Quién sabe, nunca más se volvió a saber de él. El cobre no es puro, lleva calcio y magnesio. El sol sigue brillando, la luna sigue saliendo.

Cazadores furtivos cazan focas por encargo en el Ártico para el gerente de una sastrería de Nueva Orleans y los iglús de los esquimales se derriten de tristeza. Otro palito más marcado en el hielo, el oso polar ya no viene por aquí. El iceberg se hace más pequeño; se rumorea que uno mató a un barco. Explosivos en las bodegas, más residuos en el mar. Bienvenidos a la reserva federal, pasen y vean cómo pesan nuestros pantalones. Impresores de periódicos de manos sucias y presentadores de televisión con su dosis de cocaína en el camerino, si no está el gramo, no hay noticias. El regidor se encarga de ello y se gana un sobresueldo. Prestamistas comeniños hacen de banca jugando al blackjack; juegan contra divorciadas, chinos, expropiadores de bancos y ancianos que están cobrando la pensión. La banca siempre gana, siete barajas marcadas y ases en las mangas de los chalecos, ilusionistas del teatro real, psicoanalistas a tiempo parcial. Posibilidades nulas para el humano común, alguna vez gana un chino. El humano inusual tiene vetada la entrada en el casino. Controladores de acceso de dos metros, boxeadores de puños cicatrizados, los nudillos se han hecho callo.

Papeles con sello protegen al rico, el juez cena jamón de bellota todas las noches. Empresarios con pelacables subidos a los postes de la luz. Luz pinchada de las farolas para alimentar el chalé, cuesta mucho mantener la piscina climatizada. Escaladores de montañas se sienten extraños en tierra, miran a sus espaldas preocupados. Manía persecutoria, el hombre de a pie es peligroso, ellos confían en los lobos.

Agentes del Mosad trabajan de taxistas en Europa y un comité de científicos hace excursiones al monte para recoger Amanita muscaria. Hay más sabiduría en los árboles que en todos los laboratorios del mundo. Los laboratorios son antibosques, un día arderán todos como arden hoy los bosques. Las ratas se pondrán contentas, los linces también. Sumérgete un poco más, buceador decidido, llega a las profundidades del océano, a donde el hombre dice no haber llegado. El coral crece con los colores del arcoíris. Sirenas desgastadas cavan túneles y galerías en los fondos marinos; son esclavizadas por grupos de pulpos gigantes que portan látigos, ocasionalmente hay abusos sexuales y tocamientos a ocho brazos. El pez globo no tiene miedo a los pulpos, campa a sus anchas entre las rocas. Embarcaciones hundidas llenas de chatarra que en su día fueron tesoros: dime qué vales ahora. Un aura de energía oscura las rodea. Bancos de peces de colores pasean por dentro de ellas para sanarlas, todo en el mar es puro, incluso la esclavitud y la tragedia. Agujeros azules faltos de oxígeno, portales hacia otras dimensiones. Del fondo marino sale un calamar gigante en forma de nave y vuela hacia los cielos, los marineros están acostumbrados, algunos pilotos también.

Sintecho son acusados de robar en el supermercado, el juez los condena a arresto domiciliario, cadena perpetua. Multa millonaria al dueño del supermercado y condenado a trescientas horas de trabajos a la comunidad; cuidar de abuelitas en el asilo y ayudar en la perrera le ayudarán a recordar quién es. Grafiteros borrando pintadas con el rotulador en el bolsillo, se despista el asistente social y pintan debajo del banco. No puedes oprimir el alma de los artistas, no puedes frenar a un pintor, jamás defraudarás a un escritor y no puedes entristecer a un músico. No puedes detener a un guerrero, has de matarlo, o cortarle las manos; seguirá pintando con la boca si puede, o aprenderá a pintar con los pies. Disfrutará de la frustración de no poder pintar y se reirá de sus rayajos hasta que aprenda. No esperará a que llegue el día, disfrutará cada momento de ese aprendizaje; antes de darse cuenta pintará mejor que con las manos. Los cuadros más valiosos serán abstractos y donará todo el dinero a causas benéficas. Moriría pintando el viejo, moriría de gusto.

Entraron a casa del escritor una vez muerto: botellas de cerveza vacías por todas partes, manchas de manos sangrientas por las paredes, sucio hedor de la dulce muerte. Manchas negras pegajosas en suelo y pulmones, era por dentro igual que por fuera el viejo escritor, tardó en saberlo. Escritos bajo la cama, escritos bajo la almohada, escritos amontonados en los armarios. El secreto de la vida fue tirado a la basura entre los relatos. El secreto de la vida ya lo escribió Krishnamurti, nadie le hizo caso. Escritos traspapelados, como mis horas extra.

Alumnos son golpeados y posteriormente castigados por el maestro zen, si hubiesen estado atentos la vara no habría caído sobre sus espaldas. Estado de presencia, pequeño zen; alerta felina, deja la mente en blanco. Varas de pinchos enseñan a transmutar el dolor. El dolor solo existe en la mente de las personas, donde no hay mente, no hay dolor. Alumnos aventajados de espaldas sangrantes caminan sobre brasas y tragan largas espadas, sus camas son de pinchos. El dolor no existe lejos de la mente, es como el miedo, y ellos lo saben. Monjes son educados en las montañas, lejos del mundo civilizado; las altas presiones sanguíneas riegan sus espíritus. Gente de corazón rudo que bombea fuerte. Futuros guerreros caminantes de los cielos, batallón de jinetes de la octava caballería, futuros invasores de la ciudad de Jerusalén, los primeros hombres en pisar Andrómeda.

El músico duerme entre algodones y a veces sueña despierto, su asistenta limpia la casa y él limpia sus instrumentos, nadie toca sus instrumentos. Escribe de día y bebe de noche y de vez en cuando toca. Toca con el alma triste y por eso toca poco; toca esperando la muerte. Apenas come y nunca escucha la radio ni enciende el televisor, el músico se nutre del viento. Le han reservado en Andrómeda una butaca con un piano enfrente, es un sueño recurrente que tiene todas las noches. Tocará la melodía del juicio final y el escritor dirá unas palabras. Dirá:

—Hemos estado dormidos mucho tiempo, hermanos; pero ahora, somos libres.

El pintor vuelve a pintar el espejo, el lavabo y la casa. Vuelve a pintar tus ojos y tu carne y vuelve a pintar tu mente, esta vez con tonos claros. Tu mente, que siempre había sido negra. Las palabras del escritor quedarán grabadas a fuego en ti y te acordarás de los monjes. Serán tu sueño recurrente.