El gato me mira como esperando algo:
No esperes nada, chico.
Agradece que tengas comida y agua,
Tus arenas están casi limpias.
¿Qué más quieres?
Te juro que no tengo fuerzas para cambiarte el agua cada día y rellenarte el bol de comida,
Pero un dios me las presta.
No digas nada, ¿vale?
Este será nuestro secreto.
Pero a cambio hazme un favor:
No esperes nada,
Yo tampoco lo hago ya.